No es paranoia si cada semana conocés a alguien al que le robaron

San Isidro todavía se promociona como un municipio seguro, pero cada vez más vecinos jóvenes perciben otra cosa: robos violentos y en horarios impensados, menor presencia policial y una sensación creciente de que la prevención ya no es prioridad
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 Durante años, la seguridad fue uno de los pilares sobre los que San Isidro construyó su identidad. Móviles municipales patrullando con frecuencia, corredores seguros, buena iluminación y una lógica de respuesta que, al menos en lo cotidiano, se hacía notar.

Hoy, muchos vecinos de entre 25 y 30 años sienten que ese sistema ya no está funcionando como antes.

En redes barriales, grupos de WhatsApp y charlas cotidianas, la frase se repite: “a un amigo lo asaltaron anoche”, “le entraron en la casa a fulano”, ya no se puede caminar por ahí de noche”, “esa plaza está llena de chorritos”.

Según un relevamiento comunitario compartido entre vecinos, la frecuencia de patrullaje municipal habría disminuido drásticamente en zonas residenciales, mientras los robos a pie o en moto habrían aumentado en horarios no habituales, como mediodía o tarde.

“Me robaron saliendo de laburar, a las 4 de la tarde. No fue en un callejón oscuro, fue frente a un pago fácil lleno de gente”, cuenta Mariana, 28 años.

Lo que más molesta —coinciden varios— no es solo el hecho delictivo, sino la falta de respuesta estructural por parte del municipio. Muchos afirman que ya no hay presencia policial visible en zonas secundarias y que los reclamos no tienen seguimiento real.

En paralelo, la sensación de abandono de la ciudad agrava el problema, al punto de que varios grupos vecinales han comenzado a iluminar sectores críticos con luces compradas por los propios vecinos.

La gestión de Ramón Lanús, que heredó un sistema de patrullaje modelo en la región, parecería haberlo desarticulado según advierten múltiples referentes barriales. No se trata de exigir lo imposible: se trata de volver a hacer lo que funcionaba.

Para una generación que transita su vida entre trabajo, formación, crianza o independencia, la seguridad no es un tema lejano. Es el hecho de poder caminar, volver del gimnasio, ir a la estación sin tener que pedir a alguien que te espere en la esquina.

Y si eso ya no está garantizado, la pregunta no es si los datos del municipio bajaron o subieron.

La pregunta es por qué tantas personas sienten que están más solas que antes.
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