Promesas de modernización, caos de tránsito: la decepción silenciosa de San Isidro

Vecinos con décadas en el distrito aseguran que nunca vieron tanto desorden en el tránsito. La gestión actual dijo apostar a la tecnología, pero los resultados son peores que antes
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 A cierta edad, uno ya no compra discursos. Evalúa resultados. Especialmente cuando se trata de servicios públicos esenciales como el tránsito. Y lo que se vive hoy en San Isidro genera más preguntas que certezas: ¿cómo puede ser que, con toda la tecnología disponible, el tránsito esté más desorganizado que hace años atrás?
Según datos oficiales del propio Municipio (San Isidro Gobierno – 2024), más del 80% de los cruces semaforizados están conectados a un sistema inteligente que debería adaptarse al flujo vehicular en tiempo real. Pero los embotellamientos son cada vez más frecuentes, los semáforos no se sincronizan, y el tránsito perdió la fluidez que supo tener.
La situación se agravó cuando el nuevo gobierno “suspendió” el sistema de fotomultas que durante años fue clave para mantener el orden en las calles. Clarín detalló esta decisión, que si bien se presentó como una revisión legal, en los hechos parece una medida electoral por su cercanía a las elecciones y sus dudosos argumentos, mientras además dejó un vacío de control que desató un relajamiento generalizado del cumplimiento de normas.
Los testimonios se repiten en todos los barrios: Boulogne, Beccar, Acassuso. “Vivimos acá hace 30 años. Nunca fue perfecto, pero esto es un desorden sin precedentes. Los semáforos te detienen en todas las esquinas. No hay lógica, no hay control”, expresó una vecina a quien se le complica llegar a horario al hospital donde trabaja. “Hace poco volví a escuchar correr picadas que hace tiempo no escuchaba”. 
Los cruces ferroviarios son otro caos: durante semanas estuvieron cerrados los cruces sobre las vías del Ramal Tigre, son cintas de clausura que los propios conductores rompían a diario para pasar en infracción, sin control alguno.
Y lo más inquietante es la falta de información pública: no se conoce un solo informe que detalle los avances del sistema tecnológico implementado. El contraste entre lo que se promete y lo que se vive en las calles es cada vez más evidente.
Una inversión millonaria que no logra lo básico —ordenar el tránsito— termina siendo más que un error de gestión: es una falta de respeto a quienes confiaron, aportaron, y hoy ven cómo se desarma en meses lo que llevó años construir.
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